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Última actualización el 25 de Julio de 2011

Historia

Aegina ha estado habitada desde el Neolítico. A lo largo de toda su historia, varios han sido los pueblos que se han establecido en la isla. Uno de ellos fueron los Doreanos de Epidauros, quienes conquistaron la isla en el 950 a.C. Establecieron una sociedad con una economía basada en la pesca y el comercio, y fue tal su importancia que llegaron a acuñar la primera moneda hecha con plata del norte de África y con el dibujo de una tortuga.

Pero, evidentemente, la cada vez más poderosa ciudad-estado de Atenas no veía con buenos ojos este próspero imperio. Con el tiempo, no pudo evitarse la confrontación: Aegina firmó una alianza con Corinto y Sparta, rivales peligrosos de Atenas entonces. De este modo pasó a considerarse como uno de los problemas internacionales de Atenas, la excusa que la ciudad necesitaba para conquistar la isla. Tras la victoria de Atenas en el 431 a.C., la isla no volvió a recobrar su prosperidad y durante los siglos siguientes, su gobierno pasó de mano en mano: Pérgamo, Roma, Venecia, los Otomanos, Venecia de nuevo, y los turcos.

Durante la Edad Media la oscuridad se apoderó de la isla durante la época en que los piratas se apoderaron del Mediterráneo. En 1537, por ejemplo, la isla fue destruida por el pirata Barbarossa, y los pocos habitantes que quedaron con vida se conviertieron también en piratas. Fue por la piratería por lo que la capital se estableció en la actual Agios Nektarios, en el interior de la isla. En este lugar, conocido entonces como Paliachora, estuvo situada la capital desde el siglo ix al xix, momento en el que cesaron los ataques y la ciudad volvió a establecerse en el puerto de Aegina.

Por otro lado, a principios del siglo xix la isla fue la base de los rebeldes que luchaban contra los turcos y un lugar seguro para los refugiados. La Asamblea revolucionaria de los griegos eligió Aegina como la primera capital de la nueva Grecia libre (1827-1829) bajo la presidencia de Ioannis Capodistrias, quien siguió presidiendo desde allí incluso cuando la capital se transfirió a Naflio, en el Peloponesios, hasta su asesinato en 1831. Estos fueron años de prosperidad cultural, política y económica para la isla; por ejemplo, la primera moneda de la Grecia independiente fue acuñada en Aegina en 1829.

Sin embargo, con el traslado de la capital los días volvieron a ser duros para Aegina. En los últimos años del siglo xix volvió a reinar la oscuridad en la isla, con sus habitantes dedicándose a la navegación, la pesca y la agricultura. La situación económica era tan frágil que durante la II Guerra Mundial 2000 habitantes murieron de inanición.

La salvación económica llegó con la importación del árbol del pistacho, que con el tiempo derivó en el encarecimiento del suelo. En 1960 aparecieron los primeros visitantes (intelectuales y artistas) y un poco más tarde, los turistas.

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